jueves, 17 de mayo de 2012

Dimensiones críticas de la nueva sociedad del conocimiento


Por: Enrique Javier Díez Gutiérrez
(Universidad de León)



La nueva sociedad del conocimiento

En el transcurso de la segunda mitad del siglo XX se ha pasado de la sociedad industrial a la sociedad de la información gracias al impacto combinado de la informática, la televisión y los medios de telecomunicación. La información desbordante que ofrecen estos medios es tal que se ha convertido casi en una maraña que hace realmente difícil poder acceder a la realidad, a lo que pueda ser verdad, y todo se convierte en sobreabundante información efímera que perece casi en el mismo instante de nacer.

Pasar de esta sociedad de la información a una sociedad del conocimiento, donde sepamos seleccionar lo prescindible de lo imprescindible, donde tengan los mecanismos suficientes para conectar y relacionar la información relevante es quizá hoy día el desafío más importante que está suponiendo la nueva sociedad de la información y la comunicación. Pues, de lo contrario, la información cumplirá el papel de desinformación permanente, de laberinto ocultador de la realidad.

El cambio de paradigma

La implantación en la sociedad de la tecnología informática está produciendo cambios no sólo en el terreno de la información y comunicación, sino también cambios en la estructura social, económica, laboral, ideológica, jurídica, política y vital. Están cambiando la manera en que trabajamos, disfrutamos de nuestros momentos de ocio, convivimos o nos relacionamos socialmente.

El ordenador supone e impone una transformación sin precedentes en todos los ámbitos de la actividad humana. El ordenador influye poderosamente en las maneras de producir y de hacer; condiciona nuestra forma de pensar, puesto que su estructura reproduce las categorías lógicas y mentales de la persona; trasforma a muchos niveles nuestra relación con el medio y con los demás generando nuevas y diferentes condiciones de relación. Se ha pasado así de la sociedad industrial, basada en la producción y distribución de bienes, a una sociedad postindustrial, basada en el conocimiento y la información.

Los ordenadores y las comunicaciones han acelerado la llegada de las realidades de la Aldea Global vaticinadas por Marshall McLuhan:

El acceso instantáneo a los lugares más remotos de la Tierra
El incremento de la interdependencia política y económica
La lenta homogeneización de las culturas debido a la exposición multicultural global
Un mercado de trabajo global
La erosión de las barreras entre las personas y los países.
El nuevo paradigma tecnológico se caracteriza, según Castells (1995), por dos rasgos fundamentales:

Primero, que las nuevas tecnologías centrales están concentradas en el procesamiento de la información; tanto la información como la tecnología han sido elementos cruciales en todas las revoluciones tecnológicas, pero en el actual proceso de cambio tecnológico, la información constituye tanto la materia prima como el producto.
Y la segunda característica, alude a que los principales efectos de sus innovaciones recaen sobre los procesos más que sobre los productos. Así las nuevas tecnologías de la información están cambiando el modo en que producimos, consumimos, administramos, nos relacionamos, vivimos y morimos. No por sí mismas, desde luego, pero sí como poderosas mediadoras de un conjunto más amplio de factores que determinan el comportamiento humano y la organización social, incluido el mundo de la educación.

Implicaciones en la educación

Nos hallamos en el nacimiento de una revolución que al alterar el modo en que trabajamos y convivimos tiene también profundas implicaciones en educación.

El primer informe del Foro de la Sociedad de la Información (1996) afirmaba que la sociedad de la información debe convertirse en la 'sociedad del aprendizaje permanente', lo que significa que las fuentes de educación y la formación deben extenderse fuera de las instituciones educativas tradicionales hacia el hogar, la comunidad, las empresas y las colectividades sociales. Las profesiones de la enseñanza necesitan ayuda para adaptarse a la nueva situación y aprovechar plenamente estas nuevas posibilidades.

Tres ideas fundamentales, pues, según Adell (1998), enmarcan el papel de las nuevas tecnologías de la información en la educación del futuro:

La primera es que el cambio acelerado que caracteriza nuestra sociedad implica necesariamente el desarrollo de sistemas de enseñanza permanente que respondan a las cambiantes exigencias del sistema productivo y a los retos de esta nueva sociedad.
La segunda es que, más allá de la exigencia de habilidades y destrezas en el manejo de las tecnologías de la información impuesta por el mercado laboral, nos encontramos ante una auténtica "segunda alfabetización", imprescindible para la vida cultural y social.
En tercer lugar, las nuevas tecnologías de la información están posibilitando la aparición de nuevos entornos de enseñanza/aprendizaje. Las instituciones educativas tradicionales deberán afrontar el desafío de los nuevos medios, a riesgo de verse relegadas.
Así pues, el papel de la informática en la educación va más allá de un nuevo tópico en el currículum, de un recurso más en el bagaje didáctico de los profesores o de una herramienta al servicio de los centros docentes y la administración educativa. Nos hallamos ante un nuevo medio, que será omnipresente en nuestra sociedad, que la está transformando y que, en ciertos casos, será la forma fundamental de comunicación de la comunidad educativa.

El propósito de las Nuevas Tecnologías aplicadas a la educación, es ayudar a los futuros profesores a incorporar la tecnología informática y audiovisual al currículum educativo. Pero necesitamos preguntarnos entonces: ¿es posible aplicar la informática en clase y obtener con ello mejores resultados? ¿qué pruebas existen de que las herramientas informáticas para la enseñanza modifican para bien el proceso de aprendizaje? ¿cómo organizar e implicar a los protagonistas del cambio?

Como plantea Ramón Pérez (1998), haciendo un análisis de nuestra realidad educativa, en un recorrido histórico de estos últimos años de lo que han sido y están siendo las Nuevas Tecnologías en los distintos niveles de nuestro sistema educativo, se puede concluir que, en general, su presencia no ha llegado a superar el mero papel de mediación. Y, en todo caso, son escasos los referentes o las excepciones en las que las Nuevas Tecnologías o la Tecnología educativa ocupan un papel destacado en los procesos de enseñanza-aprendizaje como recurso/objetivo/contenido al servicio del desarrollo de capacidades y habilidades tanto personales como sociales.

Esta situación se repite incesantemente por todos los niveles educativos, afectando tanto a la educación infantil como a la primaria, secundaria, bachillerato y universitaria, a excepción de algunas orientaciones concretas y muy limitadas en la Formación Profesional cuando se trata de módulos o enseñanzas conducentes a dominios profesionales específicos como pueden ser los relativos a informática o imagen.

En una civilización postindustrial, caracterizada por la globalidad o mundialización de los problemas y sus soluciones, en la que los cambios tecnológicos se suceden tan de prisa que no permiten pronosticar los modos de producción que se van a desarrollar en el corto espacio de una década, la escuela ya no puede ser sino el lugar donde "se aprende a aprender". Es decir, sólo puede y debe enseñar cómo aprender y cómo seguir aprendiendo durante toda la vida. Igualmente hemos de dar los primeros pasos en la "alfabetización informática", en una iniciación tecnológica que aún está en sus comienzos en nuestra escuela, ya que todavía no se ha operado en ella la traducción, a términos curriculares, de la revolución tecnológica y cognitiva operada en los mundos laboral y cultural.

Actualmente las formas de uso de la informática en los centros educativos se tiende a centrar en (AA.VV., 1998):


La gestión del centro: automatización de la confección de horarios, listados de alumnado, contabilidad, calificaciones, etc.

Como herramienta de trabajo del profesorado: preparación de materiales escritos para el alumnado, redacción de informes, presentaciones para las clases, etc.

Como recurso didáctico: a través de programas educativos o de propósito general, se transforma en un recurso didáctico para el desarrollo de los contenidos curriculares.

Como contenido curricular: dadas las exigencias actuales de incorporación laboral y social se considera necesario que ningún alumno salga de la educación obligatoria sin haber tenido contacto con las tecnologías.

Como herramienta de comunicación y acceso a la información: los centros educativos realizan con los alumnos actividades de acceso a Internet y de utilización de sus servicios e incluso los propios alumnos y alumnas desarrollan materiales que después publican en ese medio.
La introducción del ordenador en el sistema educativo puede suponer cambios sustanciales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, permitiendo que ciertos aspectos de ese proceso puedan ser mejorados gracias a las tecnologías informáticas educativas:


El apoyo al aprendizaje:
A través de Internet se está compartiendo información como nunca antes se había hecho y eso supone ingente información disponible al alcance de cada persona.
El alumno interacciona con el ordenador permitiendo, al menos en teoría, un cambio en el ritmo de aprendizaje ya que el alumno marca la velocidad a la que progresa su propio proceso de aprendizaje. Además, los programas tutoriales permiten una aprendizaje más independiente y ajustado a las necesidades particulares.
También apoya el desarrollo de la escritura (mejora la calidad y fluidez de la escritura, la capacidad de modificar los borradores y realizar revisiones sobre lo escrito, permite una mayor preocupación por la calidad de presentación y diseño del texto escrito, tienen feedback inmediato de los errores gramaticales y de puntuación cometidos facilitando su corrección —Poole, 1999-).
El ordenador permite la creación de grupos de trabajo virtuales, en los que la tiranía de la situación geográfica va siendo cada vez menor. Esto permite plantear situaciones de trabajo cooperativo cuyos miembros pueden estar en distintos continentes y cuyos centros dejan de tener paredes para ser espacios virtuales.
Los medios tradicionales (texto, audio, vídeo, etc.), que antes estaban separados se integran en una única aplicación, que además se puede controlar por el profesor y el alumno, adaptándola a sus necesidades. La digitalización hace que la información, especialmente la audiovisual -textual, gráfico-icónica, sonido e imagen- tratada por el ordenador lo convierte en una máquina en la que se integra de manera especial la cultura audiovisual de nuestro tiempo.
El ordenador apoya en la experimentación simulada de situaciones de aprendizaje o de laboratorio (utilizar el ordenador como si fuera un osciloscopio, una sonda de temperatura, un sensor de presión o de luz, etc.).
El uso de cd-rom o dvd interactivos ofrecen un entorno multimedia que ayuda a presentar información visual relevante y de calidad como un complemento a las clases tradicionales de conocimiento del medio o ciencias sociales.
Los sistemas de telecomunicaciones a través de mensaje de voz, correos electrónicos, etc., favorecen la eliminación de barreras culturales, aumenta la percepción del mundo de los alumnos y el entendimiento por encima de las fronteras.
El ordenador ayuda a adquirir habilidades para recabar, analizar, interpretar datos y expresar sus conclusiones a través de gráficos u otras estrategias que les resultarán valiosas a lo largo de sus vidas.
El conocimiento pasa a estar sobre la red. Ya no tiene por qué haber una única fuente predominante de la información (sea el libro de texto o el profesor).

El apoyo a la enseñanza y a la investigación:
Cada profesor es capaz de elaborar y producir materiales impresos y de presentación en pantalla para la enseñanza y el aprendizaje empleando para ello la creación informática de documentos y el mantenimiento de registros escolares (a través de hojas de cálculo o bases de datos).
La elaboración de las programaciones y todo tipo de materiales impresos para su uso en clase puede ser realizada de una manera mucho más eficaz y profesional si se usa el ordenador.
El ordenador permite acceder a bases de datos mediante Internet o en CD-ROM para obtener, almacenar, recuperar y visualizar información sobre la mayoría de los temas de la programación escolar.
El profesor y el alumno pueden interaccionar a distancia. Son cada vez más normales aquellas situaciones en las que el profesor y el alumno no se encuentran en la misma habitación, mientras se desarrolla el proceso de aprendizaje.
Las telecomunicaciones permiten crear grupos de profesores y profesoras investigando de forma colaborativa y compartiendo sus experiencias.

El apoyo a la socialización del alumno: La socialización no se da sólo por el hecho de exponer al niño a programa informáticos que le ayudan a aprender más sobre si mismo y el mundo que le rodea, sino también por fomentar el aprendizaje cooperativo. El ordenador es una herramienta para compartir, aportando cada uno su propia capacidad a los proyectos comunes.

Favorecer la integración de alumnos con necesidades educativas especiales: Hoy en día, todo alumno con casi cualquier discapacidad física, puede disponer de sistemas informáticos que le permita comunicarse, investigar, cooperar entre iguales, aprender y participar con los demás compañeros.


Pero siempre hay que tener en cuenta que no podemos ya concebir los ordenadores sólo como "instrumentos didácticos", sino como instrumentos de comunicación que podemos utilizar con finalidades didácticas.



Dimensiones críticas

Este cambio de paradigma, que nos aporta grandes posibilidades en lo social y en lo educativo, también tiene dimensiones negativas y poderosamente contradictorias.

Weizenbaum (1976) señala que los ordenadores han sido más eficaces en evitar el cambio que en promoverlo. El ordenador llegó "justo a tiempo". Pero, ¿a tiempo de qué? —se pregunta-. A tiempo para dejar a salvo (casi intacto para afianzar y estabilizar) las estructuras políticas y sociales que, si no, podrían haber sido radicalmente renovadas o hubiesen podido tambalearse ante las demandas que se les hubiese planteado, pues las burocracias estaban en peligro de terminar aplastadas bajo el peso del flujo creciente de datos. De la misma opinión es Poole (1999) que reitera que el ordenador "apuntaló" e "inmunizó" las estructuras sociales y políticas contra enormes presiones a favor del cambio.

El uso de las nuevas tecnologías está provocando la aparición de dos nuevas clases sociales en la sociedad de la información: personas que poseen información y aquéllas que no la poseen. Algunos autores (Cabero, 1996) hablan de la necesidad de segundas y terceras alfabetizaciones: lectura de la imagen y alfabetización informática, sin las cuales podemos tener problemas de adaptación a los espacios socioculturales y económicos futuros. En nuestro contexto sociocultural, ya no es analfabeto el que no domina la lectoescritura y el lenguaje verbal ("analfabetismo tradicional), sino que se habla de un "analfabetismo secundario".

Piller (1992) describe la aparición de una subclase tecnológica en las escuelas públicas de Estados Unidos: en 1984 los niños blancos usaban los ordenadores en las escuelas de educación primaria y secundaria el doble de veces que los afroamericanos o hispanos. La encuesta terminada por Market Data Retraival en 1992 afirmaba que el 80% de las 2000 escuelas de bachillerato más grandes y ricas de EEUU tienen al menos un microordenador, mientras que el 60% de las más pobres no tienen ninguno. Estas escuelas no sólo carecen de los fondos y las habilidades necesarias para dar mantenimiento a su hardware informático, sino que tampoco cuentan con la capacitación requerida para sacar el máximo provecho de las máquinas; y se usan con tanta rigidez que echa para atrás a los alumnos. En la mayoría de los casos, concluyó Piller (1992) "los ordenadores sencillamente perpetúan un sistema educativo de dos niveles, para ricos y para pobres".

Las desigualdades asociadas a la informática no se reducen sólo a la analfabetización tecnológica que sufren los contextos sociales de pobreza (sea dentro de países desarrollados o en comparación entre países desarrollados y países del mal llamado "tercer mundo"). Sanders (1987) observó que las chicas y los chicos usan igual el ordenador cuando así se les requiere en clase, pero en cuanto pueden elegir, como, por ejemplo, después de la escuela o en cursos informáticos opcionales, las chicas observan que los chicos tienden a aprovechar más las oportunidades que ellas.

El Informe Mundial sobre la Información 1997-1998, preparado por la UNESCO y coordinado por Yves Courier y Andrew Large, establece cómo a comienzos del siglo XXI, nos hallamos ante un período de incertidumbre y de cambios de profundo calado sociopolítico, que modificarán nuestras vidas, debido a la sólida implantación de los medios de comunicación e información dentro de un entorno globalizado. Según este informe, el mundo ha entrado en una etapa de globalización económica, en donde se han suprimido muchas de las barreras políticas, económicas o ideológicas, favoreciendo los intereses económicos de las grandes empresas que actúan como un verdadero mercado mundial al margen de las políticas fiscales o sociales de las naciones. Este nuevo enfoque de la realidad supone que la información se utiliza como recurso económico por parte de las empresas para mejorar su competitividad. El problema es que cada vez más los recursos tecnológicos y comunicativos que se generan van concentrándose en manos de unas pocas poderosas multinacionales que se están convirtiendo en los "amos" de la nueva sociedad informatizada.

Por una parte el mundo se ha convertido en un entorno económicamente desigual (nunca ha sido tanta la diferencia entre ricos y pobres), pero, por otra empieza a haber una cierta uniformización casi obligatoria, hostil a la diversidad cultural del planeta (nunca hemos estado tan igualados en lo que respecta a las ideas y los costumbres). La propiedad de los medios de comunicación de masas se concentra cada vez más en menos manos; los medios de comunicación de masas dominantes están controlados por un número pequeño de poderosos que tienen el poder de dirigirse a la inmensa mayoría de los ciudadanos del planeta. Nunca una minoría ha mantenido a tantos hombres en la incomunicación. El número de quienes tienen derecho de escuchar y de mirar no cesa de crecer mientras se reduce vertiginosamente el número de quienes tienen el privilegio de informar, de expresar, de crear. La dictadura de la palabra única y de la imagen única, tan devastadora como del partido único, impone por todas partes un mismo modo de vida y concede el título del ciudadano ejemplar a aquel que es consumidor dócil, espectador pasivo, fabricado en serie, a escala planetaria, según el modelo propuesto por la televisión comercial.

De esta manera, se puede llegar, como señala Tedesco (1995, 70) a la ruptura de la cohesión social, dualizándose la sociedad entre aquellos que forman parte de las redes productoras de la información y los que están al margen de estas redes. En esta sociedad dual los "señores del ciberespacio" controla al resto de la sociedad donde ya no existen estados.

Esta dualización se configuraría en dos polos opuestos: los que poseen y producen la información y el conocimiento más relevante socialmente, que pueden disfrutar de la sociedad del ocio, con acceso a los bienes y productos culturales; y los pertenecientes a la "zona Gris", a la "sociedad invisible", los "des-afiliados", es decir, aquellos individuos y pueblos prescindibles, tanto desde el punto de vista económico como social, que no acceden a las esferas de decisión y producción, de representación política y de disfrute cultural. Son los miembros del "ocio forzoso de masas", y los de la sociedad en paro (trabajadores en edad avanzada, mayores de 55 años, jóvenes sin empleo, individuos con bajos niveles culturales, etc.).

Esta dualización se manifestaría igualmente en la bipolarización entre trabajadores cualificados y no cualificados. Entre los primeros estarían los que tienen la posibilidad de desarrollarse en el terreno personal y laboral en su trabajo; poseen un alto grado de cualificación y ciertos niveles de responsabilidad empresarial. En el otro polo estarían las víctimas del empleo precario, a tiempo parcial, en régimen de subcontratación y sin apenas responsabilidades empresariales.

Lo curioso es que, como han demostrado Flecha (1990) o Maturana (1995, 1997) esta desigualdad tiende a producirse y reproducirse en aquellos grupos ya desiguales. En la investigación de Flecha (1990) se ve cómo el "paro inducido" por la actual revolución tecnológica está barriendo del empleo a las personas con bajos niveles académicos. Y como afirma Maturana (1997, 123), lo que "en las actuales circunstancias determina la consideración de un grupo o de un individuo como desaventajado cultural es la no posesión de las destrezas necesarias y comunes que permiten acceder y manipular conocimiento e información. En un mundo crecientemente interconectado y que utiliza el mismo soporte cognitivo y tecnológico en todos los lugares, la posesión o no de estas destrezas es lo que marca la diferencia. De hecho, en eso consiste propiamente la diferencia, y de ello se alimentan todas las diferencias". Para este autor las destrezas cognitivas y profesionales aprendidas por aquellas personas con menor exposición a la impronta de los sistemas de formación, quedan muy rápidamente obsoletas, siendo incapaces los sistemas formativos de recualificar al alza, y en la misma generación de personas, este tipo de competencias, afectando en último término también a su descendencia. Si además, cada reforma educativa recualifica al alza la titulación social y legalmente establecida como mínima, inutiliza las viejas titulaciones mínimas, colocando a sus poseedores en una situación técnica de obsolescencia académica.

Dualización que también se manifiesta en la exclusión de determinados sectores de la sociedad para poder acceder físicamente a la red, al sistema de conexión de los datos. Esta es la situación actual de gran parte de la población adulta de los países desarrollados y la mayor parte de los países en vías de desarrollo y de la prácticamente totalidad de los del mal llamado "Tercer Mundo".

Ante esta situación, el maestro y la maestra, deben formar en actitudes críticas a sus alumnos y alumnas, con el fin de que puedan conocer cuál es la ideología que sustentan las diferentes ofertas que se le presentan desde la nueva sociedad del conocimiento, qué valores potencian, cuál es la finalidad que persiguen, a quién van dirigidos sus mensajes, etc.





Bibliografía

AA.VV. (1998). Tecnologías de la información en la educación. Madrid: Anaya.

AA.VV. (1997). Aprender para el futuro: Desafíos y oportunidades. Madrid: Fundación Santillana.

AA.VV. (1990). Escola i noves tecnologies. Grup de recerca pedagògica Tidoc-Projecte. Barcelona: Ceac.

ADELL, Jordi (1998). Nuevas tecnologías e innovación educativa. Organización y gestión educativa, 1, 3-7.

ADELL, J. (1997). Tendencias en la sociedad de las tecnologías de la información. EDUTEC, Revista Electrónica de Tecnología Educativa, 7. (< http://www.uib.es/depart/gte/revelec5.html >

APPLE, M.W. (1986). Ideología y Currículo. Madrid: Akal.

BARTOLOMÉ, A. (1996). Preparando para un nuevo modo de conocer. EDUTEC. Revista Electrónica de Tecnología Educativa, 4. (< http://www.uib.es/depart/gte/revelec4.html >

CABERO, J. (1996). Nuevas Tecnologías, comunicación y educación. EDUTEC. Revista Electrónica de Tecnología Educativa, 1. (< http://www.uib.es/depart/gte/revelec1.html >

CABERO, M. (1989). Tecnología educativa. Barcelona: PPU.

CARR, W. y KEMMIS, S. (1988). Teoría crítica de la enseñanza. Barcelona: Martínez Roca.

CASTAÑEDA, M. (1992). Los medios de la comunicación y la Tecnología educativa. México: Trillas.

CASTELLS, M. (1999). El fin del milenio. Madrid: Alianza.

CASTELLS, M. (1998). La era de la información. Economía, sociedad y cultura (vol. 2). Madrid: Alianza.

CASTELLS, M. (1995). La ciudad informacional. Tecnologías de la información, reestructuración económica y el proceso urbano-regional. Madrid: Alianza.

CEBRIAN, Juan Luís. (1999) La societat de la informació i el coneixement. Els reptes de l'educació. Barcelona Educació. Monogràfic, 4, 12-13.

DE PABLOS, J. y GORTARI, C. (Eds.) (1992). Las nuevas tecnologías de la información en la educación. Sevilla: Ediciones Alfar.

ELLIOT, J. (1986). Autoevaluación, desarrollo profesional y responsabilidad. En Galton, M. y Moon, B. Cambiar la escuela, cambiar el currículum (237-259). Barcelona: Martínez Roca.

ELY, D.P. (1992). Tecnología Educativa: campo de estudio. En T. Husen y T. N. Postlethwaite. Enciclopedia Internacional de la Educación (vol. 9, 5394-5397). Barcelona: Vicens Vives/MEC.

ESCUDERO, J. M. (1992). Del diseño y producción de los medios al uso pedagógico de los mismos. En PABLOS, J de y GORTARI, C. Las Nuevas Tecnologías de la Información en Educación. Sevilla: Alfar.

ESCUDERO, J.M. (1983). Nuevas reflexiones en torno a los medios de enseñanza. Revista de Investigación educativa, 1 (1), 19-44.

FERRÉS, J. (2000). Educar en una cultura del espectáculo. Barcelona: Piados.

FERRÉS, J. y MARQUÉS, P. (1996-2000). Comunicación educativa y Nuevas Tecnologías. Barcelona: Praxis.

FLECHA, R. (1990). La nueva desigualdad cultural. Espulgues de Llobregat: El Roure.

GALBRAITH, J.K. (1967). El nuevo estado industrial. Madrid: Sarpe.

GALLEGO, D.J. (1996). Sistematización de los recursos tecnológicos. En Gallego, D.J.; Alonso, C. y Cantón, I. (Coords.). Integración curricular de los recursos tecnológicos (65-104). Barcelona: Oikos-Tau.

GERLACH, V.S. y ELY, D.P. (1979). La planificación de la enseñanza. México: Trillas.

GIMENO SACRISTÁN, J. (1981). Teoría de la enseñanza y desarrollo del currículo. Madrid: Anaya.

GIMENO SACRISTÁN, J. Y FERNÁNDEZ PÉREZ, M. (1980). La formación del profesorado de E.G.B.: Análisis de la situación española. Madrid: Mº de Universidad e Investigación.

GONZÁLEZ, A.P. y otros. (1996). Las nuevas tecnologías en la educación. En SALINAS, J. y otros. Redes de comunicación, redes de aprendizaje (409-442). Palma: Universitat de les Illes Balears.

GONZÁLEZ CASTAÑÓN, M.A. (1998). Tecnologías y educación: el cambio necesario. Diario de León, sábado 7 noviembre.

GRUP DE RECERCA PEDAGÓGICA DIDOC-PROJECTE (1990): Escola i noves tecnologies. Madrid. CEAC.

GUTIÉRREZ, A. (1999). Educación multimedia y Nuevas Tecnologías. Madrid: Ediciones La Torre.

GUTIÉRREZ, A. (coord..). (1998). Formación del profesorado en la sociedad de la información. Segovia: Universidad de Valladolid.

GUTIÉRREZ, A. (1995). Comprometer al profesorado. Cuadernos de Pedagogía, 234, 20-22.

KEMMIS, S. (1988). El currículum, más allá de la teoría de la reproducción. Madrid: Morata.

MARTÍ, E. (1985) El món de l'educació davant el desafiament tecnològic. Butlletí Collegi Oficial de Doctors i Llicenciats en Filosofia i Lletres i en Ciències de Catalunya, 53, 9-13.

MASTERMAN, L. (1993). Enseñanza de los medios de comunicación. Madrid: Torre.

MATURANA, H. (1995). La realidad. ¿objetiva o construida? (Tomo I). Barcelona: Anthropos.

MATURANA, H. (1997). La realidad. ¿objetiva o construida? (Tomo II). Barcelona: Anthropos.

MEC. (1991). Las Tecnologías de la información en la educación. Madrid: MEC.

MECKLENBURGER, J.A. (1990). Educational Technology is Not Enough. Phi, Delta and Kappa, Octubre, 104-107.

MEDINA, M. y SANMARTÍN, J. (1989). Filosofía de la tecnología. INVESCIT y el programa TRENAS. Anthropos, 94/95, 4-7.

MENA, B. (Coord.) (1996). Didáctica y Nuevas Tecnologías en Educación. Madrid: Escuela Española.

MORENO, Montserrat. (1998) Manuel Castells. Retos educativos en la era de la información. Cuadernos de Pedagogía, 271, 81-85.

MOTTET, G. (1983). La techonolgie educative. Revue Francaise de Pedagogie, 63.

OLSON, D.R. (1976). Towards a Theory of Instructionals Means. Educational Psychologist, 12 (1), 14-35.

ORTEGA CARRILLO, J.A. (1997). Nuevas tecnologías y organización escolar: propuesta ecocomunitaria de estructuración y uso de los medios didácticos y las tecnologías. En Lorenzo Delgado, M., Salvador Mata, F. y Ortega Carrillo, J.A. Organización y dirección de instituciones educativas. Perspectivas actuales (203-222). Granada: Grupo Editorial Universitario y COM.ED.ES.

PASSOLA, Marta. (1999) Entrevista a Manuel Castells. Barcelona Educació, núm 11, 33-37.

POOLE, B.J. (1999). Tecnología Educativa. Educar para la sociocultura de la comunicación y del conocimiento. Madrid: McGraw Hill.

POPKEWITZ, T.S. (1987). La producción del conocimiento escolar y los lenguajes curriculares. Cuestiones institucionales en el seguimiento de las matemáticas escolares. Revista de Educación, 282, 61-86.

QUINTANA, Jordi. (1995) La dulce tecnología. Novática, 117, 3-5 ().

SANCHO, J.Mª (1994). Para una tecnología educativa. Barcelona: Horsori

TEDESCO, J.C. (1995). El nuevo pacto educativo. Madrid: Anaya.

TICKTON, S.G. (Ed.). (1970). To Improve Learning: An Evaluation of Instructional Technology. New York: Bowker.

UNESCO (1984). Glossary of Educational Technology Terms. París: Unesco.

ZABALZA, M. (1989). Teoría y práctica del diseño curricular. Santiago de Compostela: Universidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario